El otro día coincidí, en una zapatería, con la Ministra de Cultura que iba de incógnito a comprarse también unos zapatos.
A lo mejor era un buen momento para acercarme y explicarle, en lo que tardan sus escoltas en entrar desde la puerta, porque es injusto que los cd’s que utilizo para mi trabajo o para guardar mis fotos tengan que pagar un canon a unos señores que parecen más interesados en ganar dinero que en defender los intereses de nadie, o porque será una catástrofe las patentes de software para la democratización de la tecnología, y hasta que pagar por un préstamo en una biblioteca pública es una losa que la esquelética cultura de nuestro país no va a soportar.
A lo mejor era una oportunidad única para todo ello, pero no lo hice. Al fin y al cabo, ella estaba en su tiempo libre.
Lo más probable es que no te hubiera hecho ni puto caso pero los que si te hubieran atendido «con seguridad» habrían sido sus gorilas.
Haberte hecho pasar por un dependiente de la tienda y haberle vendido los zapatos más feos e incómodos de la tienda!!