Es hora de desvelar la verdad.
El pop ñoño, acnéico y facilón es realmente marginal.
La vieja creencia que dice que lo chungo en la música viene de palos como el pesado heavy o el punk calimochero, es rigurosamente falso.
Lo radical es escuchar a Astrud, lo marginal es que lleves en el coche una cinta de La Casa Azul, La Monja Enana o de Los Fresones Rebeldes. Hay si que hay riesgo, así si que notaras el rechazo social, y con un poco de suerte, hasta te convertirás en un inadaptado social.
El pop aisla, y margina.
Posí, posí, en según qué círculos decir que te gusta La Buena Vida puede ser causa de marginación y rechazo, y hay que callárselo y llevar la afición de modo oculto, como algo vergonzoso.
Ahí si que hay riesgo, sí. Pero imagina yo, que no me atrevo a bajar la ventanilla cuando me pongo a Remedios Amaya.
Otra buena manera de conseguir el grado de inadaptado social es escuchar la música que no te ‘pega’ por tu forma de vestir, o por las compañías que frecuentas. Hay mucho talibán musical suelto por ahí que no ve con buenos ojos que te gusten al mismo tiempo Depeche Mode, La Monja Enana y la Mala Rodríguez, cuando al fin y al cabo todo es música.
¿Y qué le digo yo ahora a mi vecina de flequillo ‘cubreojos’ y gafas de pasta? ¿Dejo de saludarla en el rellano de la escalera mientras esperamos el ascensor? Estoy segura de que en más de una ocasión la he escuchado tararear eso de «no es que me emocione otro amanecer, es que es el primero en que me vienes a ver». ¿Voy a tener que aislar y marginar su candidez popera entonces? Igual me solidarizo y me reconvierto en Miss Pop, siempre simpaticé con las minorías y así gritaré con ella eso de: !Cuando haces Pop! ¡ya no hay Stop!