La conversión de Canal+ en Cuatro, al margen de las interpretaciones políticas que en torno a su cambio de licencia nos pueda despertar, representa la noticia mass media del momento.
Después de estos primeros días de degustación lo tengo claro, que falta nos hacía este soplo de aire fresco en un panorama tan quemado y triste como el de nuestra televisión. Y es que sin inventar nada, ni innovar demasiado, Cuatro, ofrece una programación que se puede ver, con programas originales y series curiosas, que no te hace sentir un gilipollas sólo interesado por la crónica rosa o por programas de frases hechas y vacías, donde el giro continuo impide profundizar en nada.
Ver en televisión un tratamiento de los últimos sucesos en Francia como el que se ha hecho desde el informativo que dirige Gabilondo, sorprende gratamente, ahora que ya hace tiempo que los de Telecinco tomaron otro color.
Veremos lo que dura.