El Naufraguito no se parece a nada conocido. Decano de los fanzines de lucha y amargura, como se define, es una rara avis dentro de la edición independiente. Editado desde Barcelona y de presencia sencilla, se trata de un ejercicio de creatividad y buen gusto. Ganador de dos premios al mejor fanzine en el Salón del Cómic de Barcelona en 2003 y 2011, aun tratándose de un fanzine literario, ha conseguido tras 30 años de existencia, convertirse en un referente de originalidad, perseverancia y minuciosidad. Se acompaña del Mininaufraguito mas pequeño, que porta en su bolsa marsupial. Hablamos con su editor, Ceferino Galán, sobre todo lo divino y humano de esa isla naufragio que es leer el pequeño pero grande Naufraguito.
¿Cómo se consigue hacer un fanzine durante 30 años?
Existen varios factores que ayudan a que un fanzine se prolongue en el tiempo, por ejemplo, que lo haga una persona que se involucre personalmente, no depender demasiado de los demás, que tenga los medios técnicos que hagan posible el fanzine, que no le cueste dinero, que no le cueste demasiado tiempo, que tenga un cierto reconocimiento, etc. A este último fin decirte que publicamos un número sobre hacer fanzines (con un éxito, relativo), en el que indicábamos que para que el fanzine perviva tenías que tener éxito, pero que fuera relativo para que no se convierta en una revista o una publicación más y dejara de ser un fanzine.
¿Cómo le surgió la idea?
En esos años participaba en una tertulia de pintores en la que hablábamos de arte y muchas cosas más. Allí decidimos hacer un boletín que titulamos El Náufrag. Me imaginé a Antonio Machín cantando “Náufrago, náufrago soy…” y decidí hacer un apéndice de esta publicación a la que llamé El Naufraguito. Posteriormente con el número 7 de El Naufraguito incluí El Mininaufraguito que ha salido junto con El Naufraguito desde entonces.
¿Por qué hace el Naufraguito? ¿Qué le aporta personalmente?
Si no te gusta el deporte, ni los bares, ni el coleccionismo, ni los animales, ni otras cosas que la sociedad te ofrece te queda hacer un fanzine y poco más. Además como en su día estudié grabado, tipografía, Artes del Libro y otras materias relacionadas parecía lógico que me interesara por la autoedición. Personalmente me aporta que puedo poner en práctica ideas que me pueden resultar curiosas o estimulantes.
¿Cuentas con colaboradores? ¿Cómo ha evolucionado la colaboración durante estos años?
Los primeros números los hice yo solo, son muy malos. En el número 5 incluí una página de un cuaderno que me cayó encima cuando hacía el servicio militar en Palma de Mallorca en el que un hombre contaba su vida de dolor y miseria. A partir de ahí y poco a poco empecé a recibir otros escritos de náufragos de todo el mundo en el que explicaban lo que les pasaba. Seguimos recibiendo testimonios de náufragos. En abril de 2019 hacemos 30 años y hemos publicado 114 números. En este último El Naufraguito se ha hecho mayor y se va a vivir con su compañera y en el próximo número los amigos le montan una despedida de soltero.
¿El proceso de producción de los fanzines físicos es artesanal? ¿Cómo lo hace?
Hay una redacción que se lee todos los testimonios que nos envían los náufragos y lo clasifican por temas, por ideas, por conceptos o por lo que sea. El editor elige el tema a tratar en el próximo número y la redacción pule, edita o manipula estos testimonios y lo convertimos en un naufraguito.
¿De qué forman influyen los premios, que ha recibido, en el proyecto?
Influyen muy bien. Como ya dije antes un cierto reconocimiento en forma de premio, comentario, halago, cesta de frutas o lo que sea es conveniente para que nuestro ego débil y necesitado se vea recompensado. El Naufraguito ha recibido en dos ocasiones el Premio a Mejor Fanzine del Salón del Cómic de Barcelona y poco más. Tampoco es para tanto. La escasez de premios se ve recompensada por los escritos y comentarios que nos llegan de todo el mundo y el interés que, relativamente, suscita nuestro fanzine.
El uso de la creatividad en los textos, en los temas que trata y en el formato físico de la publicación es claro. ¿le motiva o divierte que sea así?
Nosotros consideramos que un fanzine tiene que ser algo distinto a una publicación comercial. Los fanzines han de mostrar algo diferente. Como las tiradas son tan pequeñas podemos permitirnos el lujo de personalizarlos o añadir cualquier detalle que consideramos curioso o sorprendente. Además nos gusta tratar temas como la filosofía aplicada, Dios, el amor, la muerte, Elvis, el pecado, los escotes, la pachorra, la lucha libre mexicana, la vida boba, el hombre mantequilla, la utopía, la sociedad cacatúa, el suicidio tonto, la rueda de la pasión desbordada, etc. siempre desde el punto de vista de los náufragos que han sobrevivido. Alguien dijo que el arte es la forma adulta de jugar, pues eso, es un juego que nos divierte.
En el número 100 nos hicimos el harakiri y El Naufraguito se murió porque sabíamos que como habíamos sido buenos nos iríamos al cielo. Así fue, en el número 101 subimos al cielo pero en el 102 vimos que había cielo pero no paraíso.
¿Cómo cree que ha evolucionado en general el mundo del fanzine en estos años?
Ha evolucionado bien pero nos sabe a poco. Parece mentira que con los medios que tenemos, ordenadores, impresoras, papel, y un sinfín de posibilidades más no haya una eclosión de fanzines como la que ha resultado con otros medios sociales como el Facebook o el Twitter. Hay que animar a todo el mundo a que haga su fanzine. Aunque al principio sea malo. Aunque no lo lea casi nadie. Una vez que has empezado la práctica hará que tu fanzine sea cada vez mejor.
El naufraguito es la joya de la corona… Magnifica entrevista