Fanzine El Virus Púrpura #15
Editado en junio de 2003
Color / Edición original en html
Ilustración de portada por Aracne
Editorial
Siete años no son nada
Siete años no son nada en la vida de un medio, ¡pero qué alegría dan!
Poco a poco este sueño va haciendose realidad. Aumentan colaboradores y visitantes. Parece que hemos encontrado el medio más apropiado de difusión en la red, y aunque algunas páginas impresas posiblemente volvamos a dar, vamos a continuar por este camino.
Por primera vez en siete años me voy a permitir un pequeño lujo y es que Sabbia me entreviste en este fanzine. Así el lector ávido de historias púrpuras encontrará respuestas a sus dudas existenciales.
También en el inaugurado weblog del abajo firmante, encontrareis un buen puñado de opiniones que podrían haber aparecido en esta onanista editorial.
Hasta dentro de otros siete.
Mon Magan
editor púrpura
Viñetas
Sueño por Kalvellido
Paz is good por Nerja
La semilla del diablo
Cine
Ficha técnica:
Rosemary’s baby, USA, 1968. Duración: 137 min. Dirección: Roman Polanski. Producción: Paramount/ William Castle Enterprises. Producción ejecutiva: William Castle. Guión: Roman Polanski según la novela de Ira Levin. Fotografía: William Fraker. Montaje: Sam O’Steen y Bob Wyman. Música: Christopher Komeda. Intérpretes: Mia Farrow (Rosemary Woodhouse), John Cassavettes (Guy Woodhouse), Ruth Gordon (Minnie Castevet), Sidney Blackner (Roman Castevet), Maurice Evans (Hutch), Ralph Bellamy (Dr. Sapirstein), Patsy Kelly (Laura-Louise), Elisha Cook (Mr. Nicklas), Emmaline Henry (Elise Dunstan), Charles Grodin (Dr. Hill)
Argumento:
Guy y Rosemary son una pareja de recién casados que, a pesar de la mala fama de la casa, se traslada a vivir a un apartamento en la casa Bramford, uno de los más antiguos edificios de Nueva York. Al poco tiempo de llegar, Rosemary se hace amiga de Terry, una de las vecinas del edificio, que se suicida poco después. A pesar del recelo de Rosemary, Guy, actor en paro, se hace amigo de una pareja de más edad que vive también en el edificio; desde entonces las cosas empiezan a irle mucho mejor y propone a Rosemary tener un hijo. Esa noche ella tiene una pesadilla en la que se ve a sí misma violada por un monstruo; a la mañana siguiente se despierta con el cuerpo lleno de arañazos. Poco tiempo después, descubre que está embarazada.
El rodaje:
El éxito, especialmente en los ambientes cinéfilos, de las películas europeas del reciente ganador del Oscar Roman Polanski hace que a mediados de los sesenta el director polaco reciba la llamada de Hollywood. El material que le proponen es una novela del autor de best-sellers Ira Levin (Los niños del Brasil, Sliver) en la que Polanski ve un material jugoso y cercano a la temática de sus films europeos. Levin se había basado para escribir esta novela sobre una casa maldita en el tristemente famoso edificio neoyorquino Dakota; a la lista de acontecimientos siniestros que ya habían tenido lugar en él cuando se escribieron el libro y el guión de la película, se añadiría unos años después el asesinato de John Lennon.
Se propuso a Robert Redford y a Jane Fonda para los papeles principales; al final fue escogida Mia Farrow, una por entonces joven promesa hija de Maureen O’Sullivan, esposa de Frank Sinatra y estrella de la serie de TV Peyton Place. Curiosamente, el papel del marido lo llevó a cabo el excelente director John Cassavettes, uno de los padres del cine independiente americano, en el que seguramente es el personaje más recordado de su trayectoria como actor. En cuanto al productor de la película, William Castle, es todo un viejo conocido para los amantes del fantástico, uno de los reyes de la serie B de los años 50.
La película fue un enorme éxito de taquilla, tal vez porque ya desde el principio generó una gran expectación; Mia Farrow fue la más beneficiada a corto plazo por el éxito de la película, que la convirtió en una de las estrellas del Hollywood de los años siguientes; Cassavettes estaba más interesado en encontrar financiación para sus películas como director y Polanski no aprovechó el taquillazo del film para seguir trabajando en los grandes estudios: seguramente no tendría ganas de seguir en California tras el asesinato de su esposa, Sharon Tate, y solamente volvería varios años más tarde para hacer Chinatown.
Importancia de La semilla del diablo:
Lo que hace que La semilla del diablo sea un título clave en la historia del cine de terror es seguramente que se trata de uno de los pocos casos afortunados de perfecta adaptación del universo de un autor europeo a los esquemas comerciales de un género (el terror en este caso). Rosemary’s baby es una pieza muy coherente en la filmografía polanskiana. A pesar de las evidentes e inevitables diferencias formales entre las propuestas vanguardistas de los films europeos y una producción hollywoodiense, el esquema de la película es muy semejante al de Repulsión (Repulsion, 1965), un asfixiante estudio sobre la locura que, siguiendo un poco la estela de Psicosis de Hitchcock (Psycho, 1960), fue un título clave en la modernización y psicologización del género en los años 60, ampliando el horizonte del terror fuera de los monstruos literarios y los parajes exóticos y lejanos y acercándolo a la cotidianeidad.
Al tratarse de un título comercial, Rosemary’s baby, en lugar del minimalismo de Repulsión, se arropa más en la tradición del género: como en los clásicos de la Universal, volvemos a tener un escenario gótico y un monstruo mítico con una secta de adeptos, pero con unas diferencias fundamentales que reflejan toda una evolución en la historia del terror. La acción se desarrolla en la Nueva York contemporánea, el escenario gótico es un simple edificio de viviendas, el monstruo no es Drácula ni Frankenstein sino el mucho más abstracto Diablo y, sobre todo, los seguidores fanáticos son una encantadora y respetable comunidad de vecinos (es toda una ironía, y también una lástima, que el propio Polanski treinta años después acabara cayendo en los topicazos de la secta satánica vestida con túnicas y máscaras en un castillo europeo en la bastante lamentable La novena puerta -The ninth gate, 1999.).
La película, como es típico en su director, prefiere basarse en la ambigüedad, en hechos cotidianos y escenarios apacibles que se van tornando poco a poco monstruosos y claustrofóbicos, manteniendo siempre un cierto distanciamiento de la cámara y del espectador ante los hechos; esta falta de identificación total del público con la protagonista, típica aportación del cine europeo, sostiene hasta el final del film el suspense y la posibilidad de una doble lectura: ¿estamos ante un relato de ritos diabólicos o sólo ante la pesadilla de una chica embarazada que se está volviendo neurótica? De ahí lo especialmente nefasto del título español de la película, que destroza en gran parte esa ambigüedad.
La mezcla de clasicismo (historia diabólica, emplazamiento gótico) y modernismo (planteamiento irónico y distanciador del propio director sobre los mecanismos narrativos de la película) que reúne el film es la clave de la predilección que, desde su estreno, han sentido por él todo tipo de espectadores, cinéfilos o no, y adeptos o no al género de terror. La carrera de su director quedó marcada por este film (por otra parte, una de sus mejores obras), hasta el punto de haberle creado una cierta reputación de cineasta vinculado al género de terror y experto en temas diabólicos, cuando en realidad Polanski no cree en Dios, y por lo tanto tampoco en el Demonio, y no volvería a tratar este asunto después, con la excepción de La novena puerta.
José Antonio López
Cómic
Don cenicero se sincera por Juan Carmona
Bang!
Cogí lo que quedaba de mi brazo derecho del suelo y salí corriendo sin pararme a pensar. ¡Lejos, lo más lejos posible!. Oí gritos y disparos, llantos y explosiones. Todos disparaban sin saber a dónde ni a quién. Yo ya no podía. Yo ya no tenía brazo.
Mirase donde mirase, veía muerte, destrucción y caos. Era una guerra y nosotros, los Cascos Azules, los estúpidos Cascos Azules, nos habíamos metido en medio, como el jodido Pedro por su casa. ¿Por qué me extrañaba entonces que nos hubiesen recibido a balazos?.
Pronto me cansé de correr. Me detuve en un oscuro callejón inundado de sombras en el que pocas cosas se mantenían en pie y enteras. Me quité el chaleco e improvisé un cutre vendaje. Contemplé unos instantes mi brazo amputado y cuando no pude soportar más su presencia, lo lancé lo más lejos que pude. Lejos, pero no muy lejos. La cabeza me daba vueltas.
¡Guerras de mierda!, empezaban dos una pelea y lo pagaban los demás. Los líderes nunca se arriesgaban, siempre sobrevivían para poder continuar sus guerras y para que niñatas como yo perdiésemos los brazos. ¡Ojalá le hubiese hecho caso al machista de mi padre!. «El ejercito no es para las mujeres». Miré mi hombro, la hemorragia se estaba deteniendo. La sangre había manchado mis cabellos y les proporcionó una tonalidad roja más oscura de la que ya poseían de por sí, al natural. Allí estaba yo, con mis veintiún años. Sin brazo. Escondida detrás de un coche carbonizado. Una mezcla homogénea de terror y tristeza.
Entre el frío y el cansancio me estaba quedando dormida. ¡No!, no podía quedarme dormida. Probablemente no despertaría, pero estaba tan cansada… Un disparo me espabiló. Sonó cerca pero no vi a nadie. Comer. Tenía que comer algo, había perdido mucha sangre. Bebí de la cantimplora y comí una chocolatina. La hemorragia se me había parado del todo. No me podía rendir, eso sería darle la razón a mi padre y a tantos otros.
Era una misión humanitaria, quería ayudar pero además quería demostrar que las mujeres somos iguales que los hombres. ¿Era ese el precio que tenía que pagar?. Cruel precio y cruel aquel que le puso precio. Para mí ya nada tenía sentido. ¡Qué mundo tan extraño este en el que nos vemos obligados a demostrar lo obvio!.
¿Dónde estaban los demás Cascos Azules?, no podían haber muerto todos, éramos veinte y antes de huir sólo vi caer muertos a cinco o seis. Seguramente los que seguían vivos estaban tan solos y perdidos por la ciudad como yo. Tendría que venir un grupo de rescate o algo de eso. Quizás no. No lo sabía. De todas formas no me podía quedar allí, me tenía que atender un médico. El campamento base no estaba muy lejos pero estaba totalmente desorientada. Me puse en pie con la intención de descubrir la dirección a tomar. Un balazo hizo que volviese al suelo, un asqueroso francotirador. Tuve suerte de reaccionar a tiempo. Estaba sola, perdida y atrapada.
Me habían hablado mucho de los francotiradores pero nunca creí que me fuera a topar con uno. Hombres que lo habían perdido todo, mercenarios… En cualquier caso gente desalmada cuya única función y dedicación era matar. A cualquiera. ¿Cómo se podía ser así?. ¿Tanto odian la vida de los demás?. Intenté asomarme para averiguar dónde se escondía pero nada, otro balazo. Pasaron horas. Él disparaba de vez en cuando para darme a entender que seguía allí y no tenía prisa. Creo que me acostumbre a su presencia, a la presencia de la muerte. Solos los dos. Luego note a alguien más. Ese alguien me tiraba piedrecitas… ¡Jerome!.
Cuando lo vi, me empezó a hacer señas. Estaba en el extremo opuesto de la calle por el que yo había entrado. Jerome era un soldado francés muy simpático. Hablaba el español con ese acento tan romántico. Era el único con quien conversaba en mi «tiempo libre». Tenía veintitrés años y se iba a casar en primavera. Tan simpático era que nos había invitado a mi y a mi novio a su boda. Una vez me dijo que si no estuviese enamorado ya se hubiera enamorado de mí. Era tan simpático…
Vi cómo desenfundaba su pistola y se dirigía con cautela hacia mi, pegado a la pared. Lo perdí de vista. De repente hubo un intercambio de disparos y luego… silencio. Un escandaloso silencio. Me temí lo peor. Pero no, apareció de sopetón a mi lado.
– Ese cabrón está en la segunda planta, tercera ventana empezando por la derecha.- Lo dijo con toda la naturalidad del mundo. Se percató inmediatamente de que me faltaba el brazo no obstante no aumentó mi pena con preguntas. Me abrazó y me reconfortó. Por primera vez en todo ese tiempo lloré. Luego, más calmada, descubrí su tez pálida. Fui yo la que pregunté si estaba bien. Dijo que si, que sólo estaba cansado y muerto de miedo. También huyó cuando empezaron los disparos y se había perdido.
– Me alegro de encontrarte con vida, chèrie.- Me pareció bastante cansado, bastante agotado. Sacó una hoja de alguno de sus bolsillos y diciendo que era un regalo me la entregó. Sonreí. Me había hecho un retrato. Me había dibujado de cintura para arriba con el uniforme puesto. Solía decirme que mi cabello rojizo quedaba muy bien con el verde del uniforme y el azul del casco. Le besé la frente. Noté que estaba completamente helado.
– Toma esto también.- Me dio otra hoja, escrita en francés. Pude traducirla.
Estimados padres y amada mía:
No sé por qué escribo estas líneas, ya sabéis que siempre hago las cosas por si acaso. Si recibís esto significará que he muerto. Sentiré dejaros un vacío en vuestros corazones, no era mi intención. Vine aquí para… bueno, ya lo sabéis, yo y mi «querer cambiar el mundo». Lo siento. Perdonadme. Estoy seguro de que mis últimos pensamientos serán para vosotros. Adiós.
Jerome.
Confusa miré a Jerome. Entreabrió la boca para decirme algo pero de su boca sólo salió sangre. Señaló su estómago, el francotirador sí le había acertado. Una herida mortal. Iba a morir por mi culpa. Sollozando intenté pedirle perdón, pero el selló mis labios con su dedo índice y negó con la cabeza. Luego sonrió y me acarició el rostro.
– No llores…- Murió.
Maldije al francotirador, maldije a los políticos, maldije a las religiones, maldije a toda la raza humana. ¿Es que nunca aprenderíamos a convivir?. Mierda.. Cogí la pistola de la mano de Jerome y vacié el cargador disparando a donde supuestamente estaba el francotirador. Me quedé allí de pie, esperando una respuesta. No la hubo. Lloré y lloré y grité y grité.
Entre las ruinas apareció una niña. ¡Pobrecita!, apenas tendría quince años y seguramente había perdido a toda su familia. La llamé, me ayudaría a salir de allí. Abandonaríamos la guerra juntas. Cogí con aflicción la mortecina carta de Jerome y mi retrato, no podría cargar con su cuerpo. Sus ojos abiertos aun poseían pequeños destellos de vida, me miraron y parecieron alegrarse por mi supervivencia. Avancé hacia la niña y ella se detuvo. No mostraba ningún tipo de sentimientos. Pobrecita. No podía imaginarme su dolor. Pero entonces… me di cuenta de que llevaba algo en sus manos. ¡Un fusil!.
Ella era el francotirador. ¿Lo era?. No podía ser, ¿cómo…?. ¿En verdad lo era?.Yo quisiera a veces comprender al mundo. Caí de rodillas, ya no me importaba morir. No quería seguir viviendo en un mundo tan triste.
– Espérame, Jerome..- Musité.
Me apuntó sin vacilar. En la lejanía creí oír la risa de mi padre. El silencio que nadaba por entre las calles se vio interrumpido por un ruido seco, como una especie de pequeña detonación.
Héctor Espadas López-Tello
Cómic
Saber escuchar por Latas
Los Glosters
¿Cuando empezasteis con el grupo?
El grupo se forma en 1997 ¿Cómo fueron los comienzos? Tras una maqueta grabada en 1997 contactamos con «Lagarto» de Animal Records, que tras escucharla nos ofrece la oportunidad de incluir un tema en «Special Hits´98» y como le mandamos cuatro temas para que escogiera uno nos ofreció la oportunidad de editar nuestro primer EP «Uh la la», un críptico título que escondía cuatro fabulosas gemas del pop sixties y que recibe el aplauso de los fanzines.
Antes de este grupo, habéis estado en otros. Nos podéis hablar de ello. Comulgaban con el concepto de música que ahora hacéis. ¿Ha habido una evolución?
Cuatro de nosotros (excepto Puri) ya tocábamos juntos en un grupo llamado Els Pirats (puro yeyé en catalán) y llegamos a publicar un LP, en el año 1994 que lo paseamos en directo por muchos puntos de Cataluña, llegando incluso a compartir cartel con Eric Burdon, pero a partir del 97 quisimos dar un giro completo al grupo y creamos Los Glosters (puro yeyé en lengua cervantina)
¿Qué os interesa más mirar a la hora de componer? ¿Qué influye en vuestras composiciones?
Fieles al estilo yeyé de marcado acento ibérico, nos gusta que el tema camine solo y suene alegre y fresco, sin intentar con las letras ser protagonistas de nada y dejando todo el protagonismo al ritmo que coja el tema >
¿De donde viene y que significa para vosotros vuestro nombre?
Los Glosters son una clase de canarios que tienen en la cabeza una especie de flequillo (al estilo beatles) y nos lo sugirió una amiga de Cambrils (Montse Ferran) y con el nos quedamos.
¿Como ha sido la producción del disco?
La producción a corrido a cargo de Ricard Masjoan (bajista de La Thorpe Brass) un gran músico de Tarragona que durante cuatro meses, primero en el local y después en el estudio a sacado lo mejor de nosotros, siendo este su primer trabajo como productor.
¿Cual es la canción que más define al grupo hoy de las que se incluyen en el disco?
Vivir Feliz , tema que abre el CD, una «happy song» , alegre y optimista
¿Cuales son vuestros referentes musicales?
Small Faces, The Kinks, The Roulettes… y también grupos españoles de la misma época, ya que fueron unos años en los que se hacia muy buena música y nosotros aun alucinamos con Los Brincos, Los Bravos y Los Gritos. Incluso hasta con Raphael.
¿Qué os interesa del panorama musical actual?
La verdad, exceptuando algunos grupos que nos llegan a nuestros oídos, estamos bastante metidos en las fuentes originales.
¿Cuales son los próximos proyectos para el grupo?
Poder presentar el CD por la geografía española y preparar nuestro próximo trabajo para finales de año.
José R. Cortés
Cómic
OT por LAF
Ende
Hablamos con Manuel Moyano del grupo ENDE:
¿Cuando empezasteis con el grupo? ¿Cómo fueron los comienzos?
En la primavera del 2001 empezamos a ensayar con la formación que hoy tenemos. Ya veníamos de otras bandas, de haber estado esperando el momento oportuno. En realidad esperábamos la oportunidad de poder empezar con este proyecto, pero entre unas cosas y otras, (el guitarrista en Londres, dos de nosotros fuera) no podíamos tener un contacto continuado.
Antes de este grupo, habéis estado en otros. Nos podéis hablar de ello. Comulgaban con el concepto de música que ahora hacéis. ¿Ha habido una evolución?
Por supuesto… Podríamos decir claramente que tanto motivaciones como intenciones han cambiado en los últimos cinco años. Cada uno de nosotros ha estado en otros proyectos bastante alejados de lo que ENDE es hoy por hoy. Pienso que la época en la que un individuo, en este caso un músico realmente se desmarca o toma un determinado camino artístico es en la adolescencia, justo en el momento que acabó para nosotros, empezó esto…
¿Qué os interesa más mirar a la hora de componer? ¿Qué influye en vuestras composiciones?
Algo que define nuestra música son las letras, a las que queremos dar un envoltorio acorde con lo que pueden sugerir. Pretendemos que cada canción tenga vida por sí misma, que aunque haya coherencia entre todas ellas, cada una sea un fin en si misma, que sean obras en movimiento, tridimensionales y a la vez sobrias y directas. Lo que influye en nuestra música es principalmente nuestro entorno, nuestras vivencias, lo que consumimos a diario a nivel musical o vital. No son canciones autobiográficas, aunque están pasadas por el filtro de nuestro presente, de nuestros días. La época que nos ha tocado vivir.
¿De donde viene y que significa para vosotros vuestro nombre?
Surgió después de grabar la primera maqueta, cuando estábamos preparando la presentación del trabajo. En principio teníamos otras alternativas, pero nos convenció este. ENDE son dos proposiciones del español que indican lugar y pertenencia. Suena bien, nos gustó democráticamente y se queda en en la retina. Nos sentimos bien llevando este nombre por bandera…
¿Cuales son vuestros referentes musicales?
Escuchamos y hemos escuchado bastante música en general. Es difícil que pueda darte nombres con los que todos nos sintamos identificados, pero te puedo citar a Dylan, Leonard Cohen, The Who, David Bowie, Beatles, y si me apuras, Triana. No nos gusta hablar de influencias, la verdad. Preferimos hablar de afinidades o de «conectar» con determinada banda o autor.
¿Qué os interesa del panorama musical actual?
Desde mi punto de vista vivimos momentos de incertidumbre en lo que podemos llamar la música popular. Por un lado está la crisis de la industria, que sólo comercia con artistas que no tienen nada que decir. Por otro, el fenómeno tecnológico de la informática e internet, que está cambiando la forma de trabajar, componer y distribuir. Van unidos. Hay una obsesión con el eclecticismo y el mestizaje en general, que tiene un poco perdida a la gente. Y hay pocos músicos coherentes en todo ese follón… Encuentro pocos grupos hoy por hoy que tengan discos que pueda escuchar más de una vez enteros, con canciones que enganchen a una generación, y sean realmente creativos.
¿Cuales son los próximos proyectos para el grupo?
Vamos a grabar en Octubre. Estamos seleccionando temas y hablando entre nosotros para elegir estudio y el equipo técnico con el que trabajar. ENDE va a aparecer dentro de poco en un recopilatorio editado por Bajamusic y SGAE, bajo la dirección de Paco Trinidad. Estamos orgullos de nuestra pequeña banda y tenemos la chispa y el deseo de seguir disfrutando de ello.
José R. Cortés
Viñeta
Burgués por Mart
Milk
Milk proceden de un lugar desconocido, de una ciudad situada en el centro de la tierra.
La ciudad, Segovia. Ellos, Alonso Monroy (Voces y sintetizadores), Rodrigo Muñoz (Batería), Javier Vidal (Guitarras), Rafael Rosas (Bajo) y Kylian (DJ Jarto).
Desde el verano del 2000 deciden hacer música sin plantearse el cómo ni el porqué.
Una base de Charlie Parker, un riff de Angus Young, una melodía de John Adams. Todo vale. Un propósito, conseguir hacer música a partir de cualquier idea que surja por muy poco musical que parezca y ver hasta donde se puede llegar aportando las diferentes influencias de cada uno de sus miembros.
El resultado, bases electrónicas, voces sintetizadas, guitarras afiladas y todos y ningún grupo como punto de referencia. Una aspiración, llegar al mayor número de gente y obtener un contrato discográfico a toda costa.
En directo, mezclar todo ello y añadirle algo que comienza a perderse entre las bandas actuales, tocar bien. Todo esto es Milk, un nombre absurdo que esconde un complejo entramado de sonidos y temas.
Milk surgen en el verano del 2000, a cuarenta y cinco grados a la sombra y rodeados de ganado y campos de trigo. Mon, vocalista de Sonrisa Vertical, Las Malas Hierbas y un largo etcétera y Rodrigo Muñoz, baterista de la Moncho Alpuente Experience, Electropelvis, la Big Band «Let the Children Play» y un más largo etcétera , deciden meterse en el estudio del primero de ellos y grabar todo lo que les venga a la cabeza. Todo vale.
Tras publicar una primera maqueta el Invierno del 2000, todo empieza a rodar. La maqueta tiene una gran aceptación y unos de los temas «Good Times» suena con frecuencia en programas como «El boulevard» y «Siglo 21» de RADIO 3. A principios del 2001 se amplía la formación con Rafa Rosas, virtuoso de las cuatro cuerdas y bajista de Avatar, The Single Singers….. , y Javier Vidal, guitarra de Domine Cabra, Lucía Jiménez y Los Wrayajos.
La banda se completa con DJ Jarto a los platos en grupos como Xok. Una vez formada la banda definitiva, graban una segunda maqueta que cuenta con una mayor aceptación todavía y con la que consiguen despertar el interés de diversas compañías, que finalmente no se materializan.
A pesar de ello, continúan tocando en directo y presentando su nueva maqueta «Milk 2».
Milk
Lunar
Como una vieja moneda, gastada y pálida, flotaba aquella noche la luna sobre el horizonte; esa incierta línea que se adivinaba entre la oscuridad de la atmósfera y las inquietantes sombras del cercano bosque.
Porque aquella era la noche esperada. El satélite se encontraba más bajo de lo habitual y se mostraba pleno, henchido, dejando ver sus montañas y cráteres con nitidez.
Alfonso se puso el abrigo y subió a la cámara para coger el saco que tenía oculto en un baúl desde hacía días, desde que lo robó una mañana que su madre lo había mandado a comprar el pan a la tahona, en un descuido de la panadera, que atendía una llamada de teléfono. Él era el cabecilla de la expedición. Se trataba de un líder natural, un crío que por su audacia y personalidad arrolladora, ejercía un extraño magnetismo sobre la voluntad de sus compañeros. En esta ocasión, sin embargo, la idea no había brotado en su mente, sino en la de su abuelo, un anciano que respondía por el mismo nombre que el nieto.
En una de esas tardes de invierno que se alargan alimentadas por el calor de la lumbre, Alfonso, el viejo de ochenta años, propuso a Alfonso, el niño, ir a coger la luna. El niño lo escuchó incrédulo al principio, pero se dejó llevar de inmediato por la fantasía. Era un reto inalcanzable, único. Una misión que empequeñecía todas esas batallas llenas de disparos y de cartucheras de plástico. Nada que ver con los partidos de fútbol o las carreras de chapas sobre los montones de arena de las obras en que serpenteaban carreteras delirantes y túneles hundidos por los perros con los que iban a cazar lagartos entre los espinos como si de diminutos dinosaurios se tratara. Aquello era superior, y a la fuerza tenía que ser posible, pues su abuelo nunca le mentía, pues en esos ojos nublados por una tela casi invisible se adivinaba el brillo de la certeza. Porque entre aquellas amarillentas manos agrietadas por el trabajo, no había espacio para amasar embustes. La idea excitó de inmediato la imaginación del chaval, que enseguida empezó a elaborar un plan. Era sencillo, sólo era necesario un saco para salir y atraparla en un descuido. Pero había que esperar que se ensanchara, que se llenara y estuviera próxima para darle caza…
Y así, todas las noches, antes de acostarse, miraba el muchacho a través de los barrotes de su ventana el cielo taladrado de estrellas a veces, negro otras, en espera de encontrar el instante propicio. Y efectivamente, ese momento había llegado.
Víctor y Marcelo le ayudarían. Se lo había contado durante un recreo, y aunque al principio dudaron, finalmente estuvieron de acuerdo. Ellos eran sus mejores amigos, su escolta a veces, cuando había alguna pelea con la pandilla rival. Ellos eran los más próximos en los mejores y peores días. Con ellos iba de nidos a las tapias del cementerio, con ellos patinaba en el río helado en invierno, o cazaba culebras en esas mismas aguas durante el verano para asustar a las chicas.
Así pues, tras reunirse en el lugar y la hora acordados, enfiló el trío el camino, con el ánimo de capturar aquella esfera huidiza. Dejaron atrás las escuelas, ahora despojadas del infantil bullicio que por el día las inundaba, y salieron al campo abierto. Las casas del pueblo se iban haciendo cada vez más pequeñas según se alejaban, mostrándose como un conjunto de esquinas iluminadas por la exigua luz de las farolas. Tan sólo algún ladrido se colaba entre el ruido de oleaje que el viento provocaba al rozar las hojas de los árboles.
Pronto llegaron al vertedero. Atravesándolo llegarían antes a su destino. Una vieja estufa tirada junto a un abollado bote de leche condensada, enseñaba su boca abierta y desdentada, mostrando un frío paladar de ceniza y gastados tizones de hogueras muertas. Víctor le lanzó una piedra que impactó en la chapa provocando un estruendo metálico que hizo saltar unas escamas de pintura plateada. Un poco más adelante vieron el coche abandonado donde se introducían a veces para conducir de un modo vertiginoso por circuitos que sólo existían en los cambiantes surcos de sus cerebros, excitados por la fantasía que les hacía ver pasar el paisaje a toda velocidad y adelantar a otros bólidos conducidos por famosos pilotos.
En aquel automóvil de cromados parachoques y faros rotos, pasaban interminables tardes fumando sus primeros y furtivos cigarros mientras el cielo cambiaba de color o se llenaba de nubes que cambiaban sus formas y pasaban ante sus ojos a través del fragmentado parabrisas convertido en un puzzle de infinitas piezas.
-Mira dónde está- dijo Alfonso señalándola con su dedo índice.
Las tres caras se inclinaron hacia arriba recibiendo en sus pómulos el reflejo de los astros.
– Está al final de Vallejo Zarzoso- señaló Víctor, que la veía próxima, casi al alcance de la mano.
– Venga – animó así Alfonso a sus acompañantes mientras forzaba el paso.
Los tres muchachos emprendieron de nuevo la marcha. Coloreados copos de lana procedentes de sus jerseys quedaron prendidos en las aliagas y espinos que daban nombre a aquella vaguada al final de la cual se balanceaba su objetivo.
Recorrieron el tortuoso vallejo y coronaron el cerro que le daba fin algo fatigados por el esfuerzo. Una vez arriba vieron que la luna, pícara, se había desplazado más allá de su anterior posición.
– Se ha metido en la dehesa- dijo Víctor contrariado poniendo sus brazos en jarra.
– Pues vamos a la dehesa- replicó Alfonso volviendo a caminar en dirección al bosque.
Marcelo no dijo nada. Su mano derecha localizó un chicle de menta en el bolsillo. Con parsimonia lo extrajo de su envoltorio y comenzó a masticarlo mientras por su cabeza pasaban ideas y preguntas cuyas respuestas se encontraban tan extraviadas como su perdida mirada, que buscaba sin éxito alguna referencia en el paisaje con que orientarse.
¿Qué harían con la luna una vez capturada?, ¿sería fría o caliente? ¿se quedaría el nocturno cielo a oscuras para siempre?
Constelaciones de dudas poblaban su mente, compitiendo con las que se dibujaban con su eterna geometría en el cielo.
Mientras tanto, unas afiladas nubes atravesaban el rostro de la luna, aquel escurridizo redondel luminoso que de nuevo podían casi acariciar con sus infantiles dedos.
– Allí está- dijo Alfonso abriendo el saco -; encima de aquella pared – añadió señalando un viejo y desportillado muro de piedra perteneciente a un corral para guardar ganado.
Los tres amigos aceleraron la marcha intentando no hacer mucho ruido, no se fuera a espantar. Marcelo continuaba con sus interrogantes, aunque se alegraba de ver la luna así, llena. Si hubiera estado en cuarto creciente o menguante cortaría quizá la arpillera del saco con su filo cayendo a la tierra para clavarse y dejar un surco, una herida sobre el húmedo suelo. Volvió a elevar la vista, ahora le parecía que aquel cuerpo celeste tenía una piel clara y suave, casi transparente, de recién nacido; una piel delicada y frágil que se rozaría contra el áspero tacto de la tela del saco.
Según se aproximaban a la pared, vieron cómo una vez más su presa se alejaba confundiéndose ahora con la masa arbórea del bosque cada vez más próximo. Se quedaron un instante parados, un poco desilusionados ante este nuevo contratiempo. Los labios de Víctor se apretaron en una mueca de fastidio. De inmediato, Alfonso arengó a sus amigos mientras sus manos arrugaban el saco :
– En la dehesa la cogeremos.
Allí, enredada en las copas de los árboles, acorralada como un animal, la alcanzarían. Rodeada por la maleza, sin escapatoria posible, como una bestia asustada y salvaje.
Pensó Marcelo si no hubiera sido más sencillo atraparla en un charco tras cualquier día de lluvia, allí, sobre la delicada superficie en que a veces relucía. De golpe, antes de que las infinitas ondas del agua la convirtieran en una interminable sucesión de aros brillantes.
Continuaron caminando sin perderla de vista, adentrándose en el monte cada vez más cerrado. Llegaron por fin a la cerca que la delimitaba, y abrieron la verja metálica que daba paso a la dehesa. La oxidada puerta emitió una queja chirriante antes de que los niños entraran en aquel inmenso recinto donde las vacas ya dormían mecidas por la melodía de su respiración como viejos buques encallados en la noche oceánica. Una espesura de sombras rodeaba a los muchachos. El pesado silencio, tan sólo interrumpido por algún pájaro o por el crujir de ramas secas pisadas al andar, atenazaba sus corazones. Estaban desorientados entre los pinos y robles centenarios que se retorcían y mostraban las minuciosas grietas de su corteza y sus secos nudos, deformes muñones pertenecientes acaso a gigantes paralizados en un remoto pasado.
La luna, juguetona, se escabullía nerviosa cada vez que estaban a punto de darle alcance. Sus captores pasaban alternativamente de la ilusión al desánimo según cambiaba la distancia. Marcelo se detuvo, no sabía dónde quedaba ya el pueblo, tampoco había rastro de ninguna senda o camino por donde regresar. Sintió el escalofrío del pánico mezclado con el temblor de una duda: ¿y si fuera imposible cogerla?
Miró hacia atrás, pero enseguida notó la mano de Alfonso apretando su brazo empujándole a seguir.
– Vamos Marcelo, ya la tenemos.
Allí estaba, tras los próximos árboles.
Iván Vélez
A la sombra de la heroína
No esperaba verte caer, no, a ti no; no creía que fuera el momento, pero siento como las sombras de las lápidas serpentean en tu indiferencia, en tu foso. Como dibujan la oscuridad ante el profundo y solo tú profundo socavón. Cada vez que pienso en ti veo en mi mente tu interminable caída hacia el vacío, en ese agujero negro que te sentirá desaparecer. No puedo permanecer así más tiempo, impasible ante tu fallecimiento. La sombra del ciprés dibuja tu silueta en la fría hierba de ese lugar que llaman cementerio, antes incluso de que la tierra comience a resquebrajarse para hacerte un hueco, para introducirte en su absurdo interior y, absorber así, sorbo a sorbo, tus últimas ráfagas de vida, hasta tu eterno y último aliento. Te desvaneces, noto como comienzas a perder nitidez; empiezas a estar más que borroso, confuso en la realidad. Tu alma rompe las fronteras de la piel liberándose al fin. ¡¡¡¡Soltándose de ti, despojo humano!!!! ¡ ¡¡¡¡Bichejo retorcido!!!! Baja hasta las tinieblas, sí, al fin encuentra su lugar. Es la oscuridad eterna, el divino mundo de las sombras de donde pertenece. Pero tú debes de ir con ella, no la dejes irse sola; eres tú el que merece llegar a tan prestigioso suburbio, no te lo puedes perder. Allí la existencia es eternamente mejor, más placentera, es un elixir de sufrimiento que recorre tu interior, azotándote desde dentro para que sientas así su increíble fuerza. Su despiadado poder te maneja, te ordena, llegará incluso a anularte por completo pero eso no importa, tu aún sigues sintiendo el placer de tus absurdos actos, ¿no es así? Te conviertes en su absoluto esclavo pero parece merecer la pena por ese instante de alivio, de puro e inexplicable gusto. Poco a poco, y cada día mas deprisa cavas tu propio fin, tu camino descendiente hacia la nada. A tu alrededor, la compañía es desoladora, todos formáis una tela de araña infinitamente inmensa que se introduce instante a instante en el tenebroso pozo, en el tenebroso fin. Sé que mis palabras resuenan como ecos sordos en tu conciencia, que no me escuchas; pero si solamente pudieses imaginar una insignificante parte de lo que me duele verte así… No se cómo puedo librarte de este mal y fatídico castigo, pero si ni siquiera tu quieres deshacerte de él; lo utilizas como tu flotador, tu única válvula de escape pero te está destrozando. Tu rostro cadavérico habla por sí mismo, y tu indiferencia ante la desgracia aferrada a tu gente gracias a tu egoísta actitud, te mantiene increíblemente impasible. Cada vez te siento un poco más lejos, si cabe. Hace tiempo qué no se quién eres, ella te ha cambiado y ya estas a punto de desvanecerte frente a la inmensidad. Ha llegado tu hora, tu maldita hora; ¡vete! ¡Aléjate ya! ¡Desaparece en ese angosto y sombrío camino!
Aida Fernández Martínez
Ilustración
Ilustración por Ruben
Nos han vendido una moto sin manillar ni ruedas
A pesar de la lección dada al gobierno con la asistencia en masa de jóvenes a Galicia para limpiar chapapote o a las calles españolas para rechazar la guerra y la ley de calidad mientras nuestros ministros se iban de caza y negaban ante las cámaras de televisión que en Galicia hubiera algún problema o que lo que Aznar ha defendido era la paz (?), la premisa goebblesniana del «difama, que algo queda» seguida por el Partido Popular y organismos afines ideológicamente ha provocado que hasta los propios jóvenes creamos que somos tontos, borrachos e indisciplinados.
De la misma manera que se bajaron los pantalones con la ley de extranjería al ser revocada en 10 de sus 13 puntos por el Tribunal Supremo por inconstitucional, con el «Decretazo» hecho por el «bien de los trabajadores» rectificado y suprimido en su totalidad por una Huelga General inexistente para los grupos mediáticos afines al gobierno, la nueva Ley de Calidad que se va fraguando mediante proyectos de Decretos que se van cayendo y rectificando a través de proyectos que dejan de serlo antes de entrar en vigor.
La Ley de Calidad, panacea de los milagros pedagógicos y educativos surgidos de los más ilustres pensadores y pedagogos de la historia de la educación (!), acabará con los excesos de la permisiva LOGSE ideada por el nefasto y negro gobierno socialista, que no siendo bastante culpable de la entrada de miles de inmigrantes y de la inseguridad ciudadana, abandonó a la anarquía y a los amanerados psicopedagogos la educación de nuestra juventud. Amén.
Potenciando la religión (asignatura evaluable) y su alternativa también religiosa en la escuela pública y laica; destinando el 70% del borrador de memoria económica de la LOCE para la financiación de la escuela privada, dejando las migajas del 17% para la pública; insertando palabrería como «el esfuerzo es el eje principal» (¿quién lo dudaba?), léxico constitucionalista; cambiando los decretos del currículo ya actualizados hace un año; insertando la repetición como máximo un año en cada curso de la ESO y la promoción automática transcurrido ese año (como ahora); creando itinerarios donde alumnos elijan con dos años de anticipación el camino que escogerían en bachillerato; sustituyendo las adaptaciones curriculares, la atención personalizada al alumno y la deseable disminución de la ratio de alumnos por clase a 10-15 alumnos por una segregación a los 12 años, se pretende arreglar las carencias de la LOGSE.
Qué hay de nuevo en la LOCE si no es la propaganda gubernamental y las ganas del profesorado popular al profesorado de izquierdas. Qué nuevos enfoques metodológicos y curriculares aporta a la educación de los jóvenes. Qué cambios introduce realmente en la LOGSE: avala la posibilidad de que haya escuelas exclusivas para cada sexo, la creación de IES especialistas en distintas modalidades a los que se accederá por el expediente académico, y ayuda de forma escandalosa a la educación concertada religiosa con una partida presupuestaria desproporcionada y con la sustitución del CAP por una fase como profesor remunerado (!) en prácticas en centros concertados.
¿Aún alguien cree que con estos mimbres se van a corregir las deficiencias de la LOGSE y se va a actuar por el bien de nuestros jóvenes, o sólo va a servir de electoralismo al PP y a sus intereses de clase?.
Antonio G. Soto
Fotografía
Quai D’Orsay por Rocco