¿Quién cuidará de que no caigamos al acantilado mientras jugamos en el campo de centeno? ¿Dónde irán los patos de Central Park en invierno? Estas eran algunas de las preguntas que resonaban en nuestras cabezas en aquel último curso de la EGB, cuando pensabamos que eramos unos desastres y solo queríamos ser invisibles. Eso sí, lo que tengo más nítido de aquel año, es el consejo de responder cosas sin sentido para evitar las conversaciones no deseadas. Esto es algo que he tenido muy en cuenta desde entonces.
De la muerte de J.D. Salinger, me he quedado un poco pallá. Si hay un libro que marco mi adolescencia ese fue sin duda El guardián entre el centeno, lo tenia en una sobada edición de bolsillo de Alianza Editorial con cubierta de Daniel Gil, aunque en ese momento no sabia quien era este mito del diseño de cubiertas de libros.Releí bastantes veces ese libro, sus diálogos despertaban mi curiosidad y el comportamiento y pensamiento de Holden Caulfield me hizo plantearme algunas cosas. La obra estaba rodeada del malditísmo del autor y la suya propia, pero de todo eso me enteré un tiempo después, lo que contribuyó a que el recuerdo sea más especial. Bastantes años más tarde me regalaron Nueve cuentos otra de sus novelas, que aunque me interesó, no tenía para mi la magia de El Guardián, ni lógicamente, los recuerdos que vienen a mi mente de aquellos años cuando lo leí.
Varias décadas despues escribí un relato llamado El Guardían que incluía un guiño a este libro y que se incluía en la antología Criaturas Creativas.
Guardando el centeno
El centeno seguirá creciendo y el guardián continuará vigilando.
Doctora Anna Love.
Reconozco que el libro engancha, que se disfruta de su lectura, pero nunca he entendido esa fascinación que tenéis algunos por él, siempre he pensado que debe más a su leyenda negra que a su buen hacer (que sin duda lo tiene).
En mi caso fue posteriormente cuando descubrí el malditismo, pero te doy la razón en que en muchos casos puede ser así.