Lo mejor de la última generación de programas basura es su concepto revolucionario. La televisión vive el momento más creativo, transgresor y surrealista de su historia. Programas como Hotel Glamour hacen que día a día la caja tonta está más cerca de la vida real, de la borrachera de fin de semana, de las pasadas del barrio, de las críticas cutres del trabajo. Estos Realitys acercan la televisión a la verdad cotidiana, en un ejercicio dadaísta y transgresor, dejando atrás el cartón, el postizo y la pose preparada.
Viva el mal, viva el capital.